martes, 14 de agosto de 2007

APRENDIENDO A SER ABUELOS

Ser abuelo, dicen quienes han tenido la dicha de serlo, es una sensación indescriptible. Cuando anuncian que viene un nieto en camino empieza un confluir de sentimientos, recuerdos, nostalgias por lo bueno, dolor por los errores sin remedio, alegrías por la realización de sus hijos como trabajadores, personas, miembros de una sociedad y ahora, como fundadores de una familia.

Viene a la memoria que “El camino de la vida” es igual para todos los seres humanos. Se nace y en medio del juego, la fantasía y el deseo de ser grande van pasando los días mas cuando menos acuerda, las alas han crecido y empieza a disfrutar del mundo con su vuelo.

Explora fascinado el universo y en el ir y venir por entre las nubes encuentra su pareja y empieza a saborear las mieles del amor hasta cuando bajo la luz serena de las estrellas surge la idea de aterrizar para formar su propio nido.

Nacen los retoños y el corazón se expande para amar con invaluable intensidad uno a uno de nuestros frutos. El alma se fortalece para no derrumbarse frente a los problemitas de los hijos pequeños y luego, por los grandes sufrimientos que padecen los hijos adolescentes y jóvenes, sin que esto termine cuando son adultos.

Cuando nuestros hijos son adultos con principios rectos que los hacen ser personas trabajadoras, hijos ejemplares y ciudadanos honestos, sentimos que los cientos de proyectos, desvelos y angustias, valieron la pena.

Cuando se van a formar su nido, hay nostalgia por el vacio que dejan aunque nos resignamos ante la realidad de la vida y les auguramos felicidad. Algunos días los celos de padre o madre mojan secretamente nuestros ojos, pero lo mejor es dejar que vivan su vida y confiamos en que con nuestras enseñanzas resolverán sus problemas.

Pero nada como lo que sucede cuando el abuelo por primera vez acuna a su nieto(a) entre sus brazos, mágicamente un manantial de amor y paz que brota de ese pequeño ser va penetrando al abuelo, le acelera el corazón y por las venas corre amor a cántaros y velocidades incontrolables.

El abuelo(a) desbordado de amor cae rendido ante la maravilla de ese genio encantador que con el poder de su magia acaba de transformar su vida para darle un nuevo valor, un nuevo sentido y, ante todo, de darle rienda suelta a esa capacidad de amar que acaba de descubrir en el fondo de su corazón….

Entonces, ahora ser abuelo le impone saber controlar la expresión y la acción de su amor, pues tiene que dejar que los padres del menor aprendan a ser padres, respetar sus decisiones y esperar pacientemente a que ellos pidan ayuda. ¿Recuerda usted como se sentía cuando se inició como padre o madre?